Toda la cavidad bucal se encuentra revestida por una mucosa que se extiende tapizando las paredes de la misma y los arcos alveolares hasta terminar como encía sobre la superficie dentaria. Es un tejido conjuntivo muy vascularizado cubierto por un epitelio delgado. La porción de mucosa que reviste los arcos alveolares constituyen las encías. Son dos, una superior y una inferior: la superior separa la bóveda palatina de las mejillas y del labio superior y la segunda separa el piso de la boca de las mejillas y del labio inferior. Esta mucosa es gruesa y muy consistente, se adhiere fuertemente al periostio y carece de glándulas, poseyendo en cambio numerosas papilas.
Es muy importante que haya buena cantidad de flujo salival en la cavidad bucal, ya que la saliva interviene de manera efectiva en el equilibrio de la salud bucal porque actúa en todas las fases del proceso de caries. Por sus condiciones fisicoquímicas y biológicas le provee al diente una capacidad protectora dada por su composición, capacidad buffer debido a su Ph cercano a 7, factores antibacterianos (lisozima, inmunoglobulina), sistema bicarbonato, sistema peróxidasas, péptidos, estaterina que estabiliza la concentración de calcio en la saliva y favorece el proceso de remineralización.
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