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¿Qué efectos tiene el tabaco sobre nuestra boca?

 
 
 

El hábito de fumar es uno de los mayores enemigos de nuestra boca, afectando el humo del tabaco a través de dos vías:

  • Aumentando la temperatura
  • De forma química a través de las 4.000 sustancias tóxicos, mutagénicos y coriogénicos presentes en su composición, donde la nicotina y el alquitrán tienen un papel principal.

A simple vista, los signos orales del tabaquismo no se aprecian fácilmente, quizás un ligero cambio de color en nuestros dientes, y algunas veces encías. Pero esto no se queda aquí, los daños se acumulan y se irán manifestando con el paso del tiempo, dándose por normales y llegando a ser irreversibles, e incluso terminales.

El mayor problema reside en el carácter adictivo de este hábito, lo que retrasa el diagnóstico y tratamiento, llegando en algunos casos a un punto de no retorno o curación. Por ejemplo, se reduce el sangrado en pacientes con gingivitis, de tal forma que el paciente no es consciente del problema hasta que empieza a perder dientes o estos se mueven.

El siguiente signo en aparición sería el mal aliento: en un primer lugar el olor típico de la combustión del tabaco, posteriormente el mal olor se acentúa debido a la sequedad oral que se produce.

Además, el tabaco afecta a través de sus dos vías en la encía y el hueso que soporta los dientes, disminuyendo la irrigación sanguínea por estrechamiento de los capilares y aumentando los mediadores de la inflamación. Estos fenómenos ayudan a la aparición de las enfermedades periodontales y aceleran las ya presentes. De hecho, el 90% de los pacientes fumadores acaba desarrollando periodontitis o ‘piorrea’.

Del mismo modo, el tabaco dificulta la curación de las heridas de la boca aumentando el tiempo y haciéndola errática, aumentando de este modo la posibilidad de desarrollar tumores o cánceres al sumarle el efecto irritante.

También es sabido que algunos tratamientos realizados en bocas de fumadores fracasan con mayor porcentaje que en las de los no fumadores. Por ejemplo, los implantes dentales producen más problemas y las enfermedades periodontales tratadas vuelven a aparecer con mayor frecuencia en pacientes fumadores.

Por último, la sequedad extrema unida a las alteraciones en las defensas y los ecosistemas bacterianos orales puede conllevar a la aparición de hongos orales de difícil tratamiento, provocando irritación, olores desagradables, aspecto sucio y, en casos extremos, cáncer oral, por lo que le recomendamos visitar a su dentista para que pueda ayudarle a cesar en este hábito.